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El legado de Pepe Mujica frente al desconcierto político contemporáneo

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Resulta coincidente y hasta simbólico, que en tiempos donde el fascismo está agarrando fuerza política con disfraz de nacionalismo, figuras como José Mujica, quien ha sido llamado “el presidente más pobre del mundo”, sea llamado a trascender. A dos meses de su muerte, su legado en materia de democracia, así como su sobrio y particular estilo frente al derroche y la corrupción de la alta política[1], serán recordados con vehemencia. Aún con mayor fuerza, tomando en cuenta el lamentable momento que la humanidad está cursando, en el que nos encontramos cuestionando la garantía de libertades y derechos que se tenían ya reconocidos.


Agricultor, militante y a edad madura, Presidente de Uruguay; Pepe Mujica lideró el progresismo social durante su administración, fue también conocido por donar la mayor parte de su salario a causas sociales y redistribuir la riqueza a través del gasto social directo, llevando a Uruguay a consolidarse como un país de éxitos económicos. Que aunque incorrectamente juzgado por su estilo de vida y creencias, fue de gran inspiración para el resto de Latinoamérica por su ética y crítica al consumismo desenfrenado. Dicha personalidad, le llevó a construir relaciones amistosas y de cooperación con sus pares más allá de la región. Sobrepasando la imagen de su estoico estilo de vida, el expresidente de izquierda democrática llevó una agenda progresista, que entre muchas cosas, logró conseguir la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización del laborto, así como una notable reducción de la pobreza en Uruguay, pasando de un 30% a un 10% durante su gestión[2].


Su liderzago será recordado también en materia de relaciones internacionales, que aunque muchas veces con una postura pragmática en lo que compete a política exterior, Mujica sirvió como medio para alcanzar la paz en algunos conflictos de la región. En el 2017 supervisó el acuerdo de paz entre el estado colombiano y las FARC, que por su personalidad, y su pasado guerrillero, entendía a profundidad la lucha social, pero no justificó nunca la violencia. Asimismo, en sus discursos en La Comunidad de Estados Latinoaméricanos y Caribeños (CELAC), el expresidente uruguayo constantemente recordaba la responsabilidad social que le atañe a los gobiernos, siendo estos últimos, más que un aparato económico.


Resulta tan necesaria hoy en día esta responsabilidad social de la que hablaba Mujica. Nos encontramos contemplando la exacerbación de posturas políticas autoritarias y aislacionistas, donde el poder se usa para minimizar al sector más desfavorecido y seguir aumentando la desigualdad. El presidente más humilde del mundo nos deja en un momento crítico, y lo único que nos queda, es reflexionar en sus mensajes de paz y justicia social, para no caer en discursos que nos hagan cuestionar nuestra humanidad misma.


[1] Zárate Arce citado en CIDOB

[2] Cvitanic citado en The Conversation

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