Resistencia sonora: La batalla del rock en México durante la era de la censura
- Gerardo Ortega
- 12 ago
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En México, el rock fue mucho más que música: fue un acto de desafío y libertad en medio de la censura y la represión. Entre 1972 y 1989, tras el emblemático Festival de Avándaro, el género vivió una época compleja marcada por la vigilancia estatal, la censura social y un ambiente donde organizar conciertos era una odisea llena de obstáculos y riesgos.
Este texto reconstruye ese periodo difícil, pero también heroico, donde el rock en México sobrevivió en los márgenes, resistió y se preparó para su gran estallido cultural a partir de la década década de los 90.
Avándaro: El amanecer y la tormenta que desató

El 11 de septiembre de 1971, el Festival Rock y Ruedas de Avándaro reunió a más de 300,000 jóvenes en Valle de Bravo. Fue un estallido de cultura juvenil, libertad y música, pero para las autoridades y sectores conservadores fue una amenaza.
El gobierno federal, alarmado por el impacto social y cultural, respondió con una censura implacable: restringió conciertos, limitó la difusión del rock en radio y televisión y creó un ambiente de desconfianza y vigilancia sobre músicos y público.
Conciertos internacionales: luces, sombras y caos
Pese a la censura, algunos artistas internacionales lograron presentaciones, aunque nunca sin complicaciones:

Chuck Berry (1974, Teatro Ferrocarrilero, Ciudad de México): El pionero del rock and roll se presentó en 1974 en el Teatro Ferrocarrilero, un recinto pequeño y controlado que albergaba eventos de diferentes tipos con vigilancia estatal. El concierto, aunque emotivo para los seguidores del género, enfrentó dificultades técnicas y una recepción moderada en un ambiente marcado por la cautela y la represión cultural.
Chicago (1975, Auditorio Nacional, Ciudad de México): La banda estadounidense tocó en el Auditorio Nacional en noviembre de 1975. El evento estuvo marcado por un caos en la entrada, donde se reportó un “portazo” que generó aglomeraciones y retrasos. La asistencia fue reactiva debido al clima de desconfianza hacia los conciertos de rock en ese momento.
Procol Harum (1975, Auditorio Nacional, Ciudad de México): En el mismo auditorio, Procol Harum ofreció un concierto significativo dentro de la limitada oferta internacional para el rock. La presentación fue vigilada estrechamente, reflejando el control estatal sobre este tipo de eventos.

Joe Cocker (1977, Toreo de Cuatro Caminos, Ciudad de México): Joe Cocker llevó su potente voz al Toreo de Cuatro Caminos en 1977. El recinto, aunque con capacidad para eventos masivos, imponía reglas estrictas y la promoción limitada afectó la experiencia del público y la logística.
Tom Fogerty (1977, Teatro Ferrocarrilero, Ciudad de México): El hermano de John Fogerty y miembro original de Creedence Clearwater Revival ofreció una presentación en el Teatro Ferrocarrilero, espacio ocasional para eventos musicales con aforo limitado y ambiente vigilado.
Johnny Winter (1980, Estadio Revolución Mexicana, Pachuca, Hidalgo): Después de que su concierto fuera cancelado en la ex Hacienda de Temixco en Morelos, el show se reubicó en el Estadio Revolución Mexicana en Pachuca. Sin embargo, el evento terminó abruptamente cuando el público, descontento, comenzó a arrojar latas y objetos al escenario, lastimando a uno de los músicos y forzando la cancelación del concierto. Este incidente reflejó las tensiones y frustraciones que vivían los seguidores del rock durante un periodo de restricciones y escasez de espacios.

Queen (1981, Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, Puebla): Queen eligió Monterrey y Puebla para sus conciertos en México, fuera de la capital. El concierto de Queen en Puebla, el 17 de octubre de 1981, estuvo marcado por desorganización en el acceso, portazo y sobrecupo, además de abusos policiales. Durante el show, el público lanzó objetos al escenario, afectando a Brian May, mientras el consumo de alcohol y drogas aumentaba el descontrol. Afuera hubo disturbios, saqueos y más de 90 detenidos. Queen nunca volvió a tocar en México.

The Police (1981, Hotel de México, Ciudad de México): El concierto de The Police en el Hotel de México el 15 de noviembre de 1980 se llevó a cabo en un salón de gala, pero en un edificio aún en obra negra; con público elegante, cena y vino, se impuso el espíritu rebelde del rock: boicot del sindicato y “portazo” al lugar, volaron sillas, mesas, manteles desatando caos captado en TV, mientras Copeland lo considera uno de sus shows más extraños.
Rod Stewart (1989, Estadio Corregidora, Querétaro): El concierto de Rod Stewart en el Estadio Corregidora representó un parteaguas al demostrar el interés por eventos internacionales fuera de la Ciudad de México. Aunque enfrentó serios problemas logísticos, este show marcó el inicio de una nueva etapa para la industria de conciertos en México, abriendo camino para la expansión hacia otras ciudades.
La escena underground y los “Hoyos Funky”: la resistencia en los márgenes
Durante los años 70, la escena underground del rock mexicano se desarrolló en espacios muy precarios y periféricos, conocidos popularmente como “Hoyos Funky”. Estos eran principalmente bodegas, terrenos baldíos o locales improvisados ubicados en zonas como Pantitlán, Iztapalapa, Ciudad Nezahualcóyotl y Tlalnepantla.

Estos “Hoyos Funky” representaban el refugio para jóvenes de clase media baja y sectores populares, quienes, lejos de la atención mediática y oficial, podían escuchar y tocar rock en ambientes auténticos pero extremadamente rústicos y peligrosos. La infraestructura era mínima, con poco o ningún equipo profesional, frecuentemente sin permisos legales, lo que implicaba constantes clausuras o redadas. Además, el ambiente estaba cargado de tensión social, alcohol y drogas, y a menudo organizadores poco confiables que, en ocasiones, defraudaban a las bandas.

A partir de mediados de los 80, comenzó a surgir una nueva generación de espacios que marcaron una evolución en la escena rockera: lugares como Rockotitlán, Tutti Frutti y Rockola. Estos recintos, ubicados en zonas más céntricas y con mejor infraestructura, ofrecían escenarios más profesionales y organizados. Aunque seguían siendo espacios alternativos, comenzaron a consolidar una escena más formalizada y diversa, acogiendo tanto a bandas emergentes como a artistas consolidados.
Estos nuevos lugares también ampliaron el público, atrayendo no solo a jóvenes de sectores populares, sino también a clases medias urbanas que buscaban espacios culturales más seguros y con mejor calidad sonora. Fue aquí donde muchas bandas que luego alcanzarían renombre nacional e internacional pudieron pulir su propuesta y establecer una base sólida de seguidores.
En resumen, mientras los “Hoyos Funky” de los 70 fueron escenarios de resistencia, marginalidad y experimentación, los espacios surgidos en los 80 representaron un paso hacia la profesionalización, la consolidación y la visibilidad del rock mexicano, preparándolo para su explosión cultural en la década siguiente.
Cancelaciones, fraudes y censura: la mano oculta del poder

El periodo estuvo marcado por numerosos conciertos cancelados por presiones políticas y sociales. El caso más conocido es la gira cancelada de Black Sabbath en 1989 en León y luego trasladado a San Luis Potosí, donde autoridades y grupos conservadores evitaron que la banda tocara por consideraciones morales y de orden público.
Entre los fraudes más notorios destaca el concierto anunciado de Deep Purple en la Ciudad de los Deportes, donde se promocionó un evento con la banda, pero la alineación que finalmente se presentó no era la original. Este engaño generó una gran decepción entre los seguidores, afectó la credibilidad de los promotores y evidenció la falta de profesionalismo y regulación en la organización de conciertos en México durante esa época.
Otros eventos sufrieron engaños similares, como la venta de boletos para shows que nunca se concretaron, lo que profundizó el desencanto del público.
Además, se clausuraban presentaciones de grupos nacionales bajo el pretexto de “problemas de seguridad” o “orden público”, lo que evidencia el uso arbitrario del poder para restringir la cultura rockera.
La dificultad para acceder a discos, revistas e información: un muro más en la resistencia

Durante los años 70 y 80, conseguir discos originales, revistas especializadas e información confiable sobre el rock internacional en México era una tarea compleja y costosa. Las importaciones estaban limitadas y el mercado nacional prácticamente inexistente, lo que obligaba a los aficionados a recurrir a discotecas como Hip 70, donde podias conseguir algunas reliquias a precios muy altos, tiendas clandestinas o al mercado negro para encontrar vinilos, casetes y publicaciones.
Las revistas especializadas en música rock, que eran una ventana vital hacia el conocimiento y la cultura del género, eran escasas y difíciles de conseguir. Publicaciones mexicanas como Conecte y extranjeras circulaban en muy pocas cantidades y muchas veces sólo en ciudades grandes como Ciudad de México y Guadalajara.

Un papel fundamental en la difusión y circulación de la cultura rock lo tuvo el Tianguis Cultural del Chopo, fundado en 1980. Este espacio informal, que comenzó como un mercado de venta de discos, libros y objetos relacionados con la música y la contracultura, se convirtió en un punto de encuentro vital para fanáticos y músicos. En el Chopo se podía acceder a discos importados, revistas, fanzines y mercancía difícil de conseguir en tiendas convencionales. Además, fue un espacio de socialización, intercambio de ideas y difusión de la escena local e internacional.
En la radio, el rock tenía presencia limitada principalmente en estaciones AM y algunas FM que, aunque no dedicaban toda su programación al género, sí contaban con espacios específicos pero solo programando un puñado de bandas:
Radio Éxitos (AM, Ciudad de México):
Radio Capital (AM, Ciudad de México):
Radio 590 La Pantera (AM, Ciudad de México)

Ya entrados los años 80, surgieron espacios especializados que marcaron un cambio importante:
WFM 96.9 FM: Con la programación de Monster Productions dirigida y conducida por Víctor Manuel Luján, impulsó la difusión del rock anglosajón y algunos destellos de rock mexicano.
Rock 101 (100.9 FM): Desde 1984, se consolidó como una estación icónica para el rock, con una programación dedicada y curada, que se convertiría en referente para toda una generación.
En televisión, la presencia del rock fue limitada. Una excepción destacada fue el programa "Alta Tensión", transmitido en los años 70 por Canal 13, que ofrecía contenido relacionado con el rock, incluyendo imágenes de bandas en vivo y algo de información sobre el género. A pesar de su importancia, la continuidad y el alcance de este programa fueron reducidos, reforzando la idea de que el rock no era un producto masivo ni aceptado plenamente en los medios abiertos.
La llegada de MTV en 1981 tuvo un impacto limitado debido a que su señal sólo estaba disponible en zonas restringidas de la Ciudad de México mediante sistemas de cable de paga, por lo que su influencia durante esa época fue mínima en el territorio nacional.
Contexto político y social: el control cultural y la resistencia

México vivió bajo un régimen autoritario donde el PRI mantenía el control absoluto, con la colaboración activa de la Iglesia Católica y sectores conservadores que definían la moral pública. El rock, como símbolo de libertad y cuestionamiento, se percibía como una amenaza al orden establecido.
Las autoridades controlaban la cultura para evitar movimientos sociales que pudieran poner en riesgo el sistema político. La vigilancia, la censura y la represión no sólo afectaron a artistas, sino a toda una generación de jóvenes que encontró en la música un medio para expresarse y cuestionar.
Legado: la resistencia que forjó el futuro
A pesar de la adversidad, la escena rockera mexicana resistió, creando espacios propios, impulsando bandas y construyendo una identidad que sería la base del auge de los 90. Los “Hoyos Funky”, las pocas presentaciones internacionales y el trabajo de músicos nacionales forjaron una cultura sólida que se tradujo en una explosión musical posterior.
El rock de esta época es un testimonio de que la cultura no puede ser contenida por la censura y que la música siempre encuentra su camino.
-Gerardo Ortega / #BehindTheSongs

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